Cambiar
todas las reglas de juego económicas y financieras no alcanzó para que
el Estado argentino redujera sus deudas. Ni siquiera sirvió para
mantenerlas bajo control. Su nivel de endeudamiento se agravó: el
Gobierno deberá afrontar el año próximo obligaciones por un total de
US$ 29.614 millones, equivalentes a 2,9 veces las reservas del Banco
Central (BCRA), situadas en US$ 10.128 millones.
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Los
vencimientos de capital en 2003 ascienden a US$ 19.250 millones, además
de otros US$ 5362 millones en concepto de intereses, US$ 4600 millones
por pagos improrrogables con los organismos multilaterales de crédito y
US$ 295 millones y US$ 107 millones por las primeras cuotas de
amortización de los Boden 2005 y 2007, respectivamente.
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La
declaración del default, la devaluación y la pesificación asimétrica
rompieron todos los contratos, pero no licuaron la deuda soberana, que
sigue aumentando. En diciembre de 2001, la deuda pública ascendía a
algo más de US$ 144.400 millones. Doce meses después, a entre 146.000
y 154.000 millones de dólares, según los estudios de dos consultoras
privadas, APL Economía y DMA, a los que accedió LA NACION. Pesificación,
amortizaciones, garantías de los Boden y diferencias de cambio
mediante, la deuda pública se contrajo en US$ 33.433 millones, de
acuerdo con las estimaciones del economista Adolfo Prat-Gay, socio de la
consultora APL. Según los cálculos del estudio DMA, sólo por efecto
de la pesificación el endeudamiento público se redujo en US$ 22.019
millones.
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Pero
la emisión de bonos de compensación para los bancos, el canje de depósitos
reprogramados y la nacionalización de la deuda provincial, entre otros
ítem, incrementaron la deuda en la misma proporción. En US$ 31.194
millones, según los cálculos del ex secretario de Finanzas Daniel
Marx, de DMA, o en 34.938 millones, según APL Economía.
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El
cuadro es aún más elocuente si se mide el nivel de endeudamiento en
relación con el producto bruto interno (PBI). Al fines del año pasado,
el ratio de la deuda equivalía al 54% del PBI. Doce meses después, y
derrumbe de la economía interna mediante, esa proporción trepó al 123
por ciento.
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"Los
más de 30.000 millones de dólares de nueva deuda equivalen a cerca de
25 puntos del PBI, pero hablar del 123 por ciento de endeudamiento es
mentiroso, aunque sea válido en términos contables", comentó
Prat-Gay a LA NACION. "El ratio real ronda en estos momentos cerca
del 84 por ciento. Esto, sin ni siquiera estimar la posible quita que
pueda obtenerse en una futura reestructuración de la deuda", evaluó
el economista.
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El
perfil anual de vencimientos de la deuda pública no ofrece tregua para
el año próximo. En 2003, sin contar los vencimientos de los intereses,
el Gobierno debería abonar US$ 7183 millones en títulos públicos -hoy
casi totalmente en cesación de pagos- y otros US$ 12.067 en préstamos
de distinta clase, que en un 91% corresponden a los organismos
multilaterales de crédito.
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Sólo
con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el país deberá afrontar
pagos por cerca de US$ 9600 millones. Cerca de la mitad corresponde a
compromisos de la deuda que el Poder Ejecutivo logró posponer a lo
largo de este año por una cláusula del crédito derivado del blindaje
de 2000. La otra mitad son vencimientos previstos originalmente para
2003.
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El
año próximo incluirá, además, el pago de intereses semestrales por
los nuevos Boden 2005, 2007, 2012 y 2013, al igual que las primeras
cuotas de amortización de capital de los bonos en dólares 2005 -en
mayo próximo- y en pesos 2007 -en agosto-. Las primeras cuotas para la
amortización de los bonos en dólares 2012 y 2013 están previstas, en
cambio, para agosto de 2005 y abril de 2006, respectivamente.
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Perspectivas optimistas
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Las
proyecciones de las consultoras ofrecen, sin embargo, un panorama
relativamente optimista. En primer lugar, ambas estiman que el PBI
comenzará el camino de la recuperación, más aún si se concreta el
acuerdo con el Fondo Monetario. El estudio de Daniel Marx calcula que el
año próximo la economía crecerá un 8%, al tiempo que el peso mejorará
sustancialmente su paridad con el dólar.
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A
esto se suma, según Prat-Gay, que "aunque la recuperación del
peso argentino y del PBI demorará unos años, se pueden lograr quitas
no violentas del capital de hasta el 20 por ciento sobre unos 50.000
millones de dólares, lo que se sumaría a una extensión en los
plazos".
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"Si
la economía vuelve a crecer al tres por ciento anual -lo que es
posible, de otro modo ni lo hubiéramos calculado-, las proyecciones
muestran que el ratio de endeudamiento puede bajar al 82 por ciento en
2005 y al 60 por ciento en 2010", afirmó Prat-Gay.
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Aun
así, los mercados internacionales de capitales seguirán vedados para
la Argentina. Cuando ese ratio de endeudamiento superó el 45%, a fines
del año 2000, el riesgo país inició su escalada, desapareciendo
cualquier posibilidad de ayuda financiera externa.
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El
primer gran examen para emprender la reestructuración es inminente. El
informe de la sociedad bursátil Allaria Ledesma detalla que, cuanto
antes, "deberá iniciarse la discusión profunda del presupuesto
2003, cuyo condimento fundamental será la pauta de superávit fiscal
primario por lograr para afrontar al menos los intereses de la parte de
la deuda pública que se pretende seguir honrando, como los bonos que se
han entregado a ahorristas y a bancos (Boden), los préstamos
garantizados y la deuda con organismos".
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Días
atrás, mientras tanto, el Gobierno confirmó que reintegrará con Boden
2007 la deuda derivada del recorte del 13 por ciento de los salarios públicos
y las jubilaciones. En la práctica, incrementará así su endeudamiento
en otros US$ 714 millones.
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A
estos vencimientos del Estado nacional se sumarán los primeros pagos
del capital y de los intereses de los depósitos reprogramados (Cedros)
que deberán afrontar los bancos. Según el último relevamiento del
BCRA, los ahorros trabados en el corralón ascienden a $ 15.800
millones.
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Por Hugo Alconada Mon
LA
NACION | 08/12/2002 |