Numerosos
artículos han tratado el tema que aparece como uno de los relevantes de
la actualidad económica argentina: ajuste sí o ajuste no. Compensación
o no (teórica) con el proyecto presentado al Parlamento la semana
pasada y que, para ser descifrado, requiere que nos tomemos nuestro
tiempo. Sobre esto han opinado contadores (algunos sin buena formación
económica) y economistas (que a veces carecen de conocimientos
contables).
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Creo
que el tema tiene implicaciones económicas y contables. Haré
seguidamente algunas consideraciones que permitirán (o no, según se
mire) clarificar el tema.
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1)
No hay índices que midan adecuadamente "la inflación".
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Los
llamados "ajustes por inflación" son independientes de si hay
o no inflación. Sobre la definición de "inflación" hay
seguramente muchas acepciones. Los "ajustes" solamente parten
de las "variaciones en el poder adquisitivo de la moneda
(PAM)" para definir cuando estas variaciones justifican el ajuste,
y entonces, aconsejarlo.
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Hay
economistas (renombrados o casi desconocidos) que sostienen que "no
hay inflación" porque el incremento del Indice de Precios
Mayoristas (IPIM) o del Indice de Precios al Consumidor (IPC) oscila en
el 1% mensual. De todos modos hay que tener sólidos argumentos (que yo
desconozco) para sostener que desde el 6 de enero de 2002 no ha habido
importantes variaciones en el PAM y que merecerían alguna consideración
económica, contable e impositiva. Veremos más adelante cuál.
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2)
El IPIM no es una adecuada medida de la inflación.
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Cuando
se decide ajustar por variaciones en el poder adquisitivo de la moneda
hay discusiones acerca de cuál es el índice que mejor la mide. Lo que
no se discute es la búsqueda de un índice "promedio", salvo
para quienes propugnen el caos que ocurriría si se aplicaran índices
para cada sector.
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Hay
quienes sostienen que el IPC, a veces por razones de mera conveniencia,
es el que debe aplicarse. Otros se apoyan en el IPIM. Razonemos sobre el
tema.
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El
IPC en la Argentina ni siquiera es un buen índice de precios al
consumidor (para usarlo como medida de las variaciones del PAM). Está
influido por la contención de precios en los servicios públicos,
computa precios minoristas influidos por las liquidaciones a que deben
acudir los vendedores de alimentos ante la caída de las ventas por la
situación económica y tiene escasamente contemplada la influencia de
la variación en el tipo de cambio (enero-octubre, 260%).
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Hoy
la variación del IPC enero a octubre es del 40 por ciento. Hay que
reunir muchos argumentos para sostener que la pérdida del poder
adquisitivo del peso entre enero y octubre fue de sólo el 40 por
ciento.
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El
IPIM tiene bases más razonables para su determinación. Reconoce,
cuando corresponde, los efectos de variaciones de precios motivados por
el tipo de cambio. Tiene, y en esto comparte con el IPC, las ventajas de
su difusión rápida y amplia y su preparación correcta. Por otra
parte, ha sido desde mucho tiempo atrás el recomendado por la doctrina
contable con aceptación pacífica de estudiosos y usuarios.
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En
esta oportunidad la medición de la PAM de enero a octubre es del 123%,
porcentaje que -hasta para un lego- está mucho más cerca de ser
razonable que el del 40% de IPC como elemento de medición.
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3)
El "ajuste impositivo por inflación" motoriza la inflación.
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Este
argumento -algunos lo han llamado al "ajuste" un
"instituto indexatorio"- no resiste mucho análisis. La
inflación se produce por variaciones importantes y continuadas en el
PAM, motivadas por cambios de los precios. No se está motorizando la
inflación sólo porque se verifique que los precios han cambiado y sea
necesario reconocerlo impositivamente; si uno quiere mantenerse en un régimen
tributario justo y que respete los principios clásicos de la tributación,
desea que no se cobren impuestos sobre ganancias que no existen y que no
se deje de cobrar sobre ganancias que existen.
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Se
ha dicho que el Gobierno habría ya obtenido, a mitad de año, el
acuerdo con el FMI para no aplicar el "ajuste impositivo por
inflación". No me consta. Pero de ser así puede ser que la
aprobación la haya obtenido de los mismos funcionarios internacionales
que en enero de 2002 aconsejaron dejar flotar libremente el tipo de
cambio en la Argentina.
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4)
No hay inflación en la Argentina. Sólo cambios en los "precios
relativos".
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Cambios
en los precios relativos hay siempre. En ninguna economía mundial los
precios están estáticos, ni tampoco todos suben acompasadamente, al unísono,
en la misma proporción. Por lo tanto, el argumento no es válido para
dejar de reconocer las variaciones importantes en el PAM. Además, si en
el futuro las variaciones se estabilizaran, los coeficientes que midan
el PAM serán 1 o cercanos a 1 y no habría, razonablemente, necesidad
de corrección.
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Norma incomprensible
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Vale
la pena recordar que este argumento y el anterior -contra la opinión de
la casi totalidad de la profesión contable- fue el utilizado por el
ministro Cavallo en agosto de 1995 para dar por terminado el ajuste,
prohijando la sanción del decreto 316/95. La verdad sobre el tema, como
pudo verse entonces, fue que de esa manera los resultados nominales de
un banco oficial, que ascendían a alrededor de $ 300 millones, estaban
en condiciones de pasar al Tesoro mientras el balance ajustado mostraba
una pérdida importantísima. Finalmente, este gobierno ha derogado el
incomprensible decreto 316/95.
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5)
El "valor ajustado" de los bienes de uso.
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Varios
economistas han señalado que el "valor" de los bienes de uso
prácticamente no puede haber acompañado nunca un ajuste del 123 por
ciento.
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Otra
confusión por no conocer bien el ajuste para reflejar las variaciones
en el PAM. Supongamos un bien de costo $ 100 el 31/12/01; la cifra
ajustada por el coeficiente 2,23 (o sea el 123% de incremento) será de
$ 223 y eso representa el valor en moneda homogénea al 31/10/02 (que
refleja la variación en el PAM) de los pesos invertidos el 31/12/01 y
no significa ningún valor de mercado.
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Tampoco
impide que el bien sea comprado por debajo de los $ 223. Pero el monto
que resulte del ajuste tiene que ser contrastado -según las normas
contables- con su "valor recuperable". O sea, tiene que ser
comparado con el mayor de estos dos valores: el neto de realización o
su valor de uso (flujos netos de fondos esperados). Si no supera el
valor recuperable habrá que reducirlo hasta donde fuese necesario.Es
decir, no se producirá la temida sobrevaluación que alertan algunos
economistas.
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6)
La Argentina es el único país en el mundo que ha desarrollado normas
tendientes al ajuste integral por inflación de los balances
impositivos.
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No
es así; Brasil, Chile, Israel y muchos países del este de la Unión
Europea lo tienen. Obviamente, los países que no sufren inflación no
necesitan "ajuste impositivo".
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7)
Los efectos económicos del proyecto de modificaciones tributarias en el
impuesto a las ganancias que auspicia el Gobierno y, además, elimina el
ajuste por inflación impositivo. Como lo ha señalado bien el Consejo
Profesional de Ciencias Económicas de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires en reciente declaración, "es nuestro deber advertir que si
prosperan las medidas anunciadas se podría producir:
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"Un
efecto de sobrepresión impositiva de características similares al
impuestazo que en el año 2000, en la gestión Machinea, ahogó, en un
corto plazo, la incipiente recuperación insinuada a fines de 1999.
Recordemos que la presión impositiva se puede provocar, efectivamente,
de dos maneras principales:
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"a)
por el incremento de las alícuotas, sin cambiar la materia tributaria
sobre la que se aplica el impuesto, o bien
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"b)
sin aumentar las alícuotas, o aun reduciéndolas -como en este caso-
cuando se distorsionan abrupta y negativamente las bases sobre las que
se aplica el impuesto."
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Creo
que de la manera propuesta por el PEN al Congreso se producirá una
enorme transferencia de dinero del sector privado al público, que
hubiera podido ser invertido en incrementar actividades productoras de
bienes y servicios y, consecuentemente, en crear puestos de trabajo.
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Existe
un gran peligro que, como en 2000 (Machinea), a la incipiente reactivación
actual ( el "veranito") se la lleve puesta la falta de
justicia en el régimen de Ganancias, simplemente por privilegiar la
"caja".
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Con
todo lo cual se habría puesto de relieve otra vez la famosa frase que
dice que el hombre es el único ser viviente que tropieza dos veces con
la misma piedra.
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Queda
para los economistas puros, finalmente, opinar acerca de si es o no una
buena medida de política económica subir o modificar desmesuradamente
(y ahora asimétricamente ) la presión tributaria para impulsar un
proceso de reactivación que se estaría insinuando.
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El
autor es presidente del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de
la Ciudad de Buenos Aires.
LA NACION |
30/11/2002 |